Por Katie Martin
Traducido por Dayne Rosales
A menudo escucho a la gente cuestionarse si los docentes están dispuestos a adoptar la tecnología, pero si realmente queremos transformar la enseñanza y el aprendizaje, la mejor pregunta es: “¿Estamos dispuestos a cambiar nuestras expectativas sobre cómo y qué aprenden los estudiantes?”
Si solo nos enfocamos en los últimos programas, espacios de fabricación o los dispositivos en lugar de crear experiencias de aprendizaje potentes que se alineen con el tipo de habilidades y rasgos de carácter que queremos que los estudiantes desarrollen, continuaremos perpetuando las mismas normas en educación con herramientas más costosas.
Para explicar la diferencia entre agregar tecnología y poderosa enseñanza y aprendizaje, quiero compartir ejemplos de tres tipos diferentes de aulas que he visitado recientemente.
Aula 1
En este primer salón de clases, la maestra llama a sus estudiantes de 5to grado uno a uno para identificar cada estado y su ubicación geográfica. Cuando hablé con uno de los estudiantes, ella me dijo que estaban aprendiendo los estados copiándolos de un atlas en un paquete de mapas porque “el maestro pensó que era importante conocerlos”. Le pregunté si conocía una mejor manera de aprender sobre los estados.
Señaló el iPad boca abajo en su escritorio y preguntó: “¿Internet?”. Al mirar alrededor de la habitación, noté que cada estudiante tenía un iPad, y cada iPad estaba boca abajo en el escritorio.
Aula 2
En el segundo tipo de aula, cada estudiante tenía un dispositivo para iniciar sesión en programas de adaptación de computadoras que individualizaban su camino de aprendizaje. Los estudiantes aprenden contenido y practican una variedad de habilidades básicas mientras se mueven a través de varios niveles a su propio ritmo. Aunque los estudiantes tienen dispositivos, esta lección es básicamente una hoja de trabajo digital.
Algunas variaciones de las lecciones todavía están sucediendo en muchas aulas del siglo XXI. El énfasis en estos dos ejemplos está en el cumplimiento y la estandarización más que en el aprendizaje profundo y personal. Ilustran el desafío que existe en muchas aulas cuando agregamos nuevos recursos y expectativas a un viejo paradigma de la escuela.
Aula 3
En el tercer salón de clases, Kim Cawkwell aplicó experiencias de aprendizaje basadas en los objetivos de aprendizaje y los intereses de los estudiantes. Lo llamaron Proyecto Ideado. Sus estudiantes de 4° grado participaron en un proyecto durante el cual se asociaron con empresas locales para comprender sus desafíos y diseñar soluciones para impactar a su comunidad local. Grupos de estudiantes planearon una presentación para presentar a una variedad de empresas, incluida la junta local de agua, la Humane Society y un preescolar.
Recibieron comentarios auténticos e hicieron revisiones para abordar las necesidades de los socios comerciales. Al crear prototipos y revisar sus ideas, desarrollaron sus habilidades de resolución de problemas y pensamiento crítico. La tecnología en esta clase permitió a todos los estudiantes acceder a recursos relevantes y conectarse con personas para aprender, crear, compartir y resolver problemas.
A través del diseño y lanzamiento de un sitio web y videos para sus negocios, aprendieron cómo comunicarse de manera efectiva a través de varios medios para documentar y compartir sus ideas. Los estudiantes completaron varios tipos de autoevaluaciones, seleccionaron su trabajo y reflexionaron sobre su aprendizaje relacionado con las metas de aprendizaje deseadas para evaluar el progreso con sus maestros y determinar los próximos pasos. Además de los estándares, Sinqi, uno de los estudiantes, me dijo: “Aprendí a perseverar con mis ideas y a no rendirme”. Este tipo de lección y el aprendizaje que proporciona van más allá del compromiso para potenciar estudiantes.
El papel en evolución del educador
Cada una de las tres aulas descritas anteriormente tiene una amplia tecnología y podrían considerarse aulas del siglo XXI, si la tecnología fuera la única calificación. Pero las experiencias de aprendizaje diseñadas en cada sala están desarrollando tres tipos muy diferentes de aprendices, trabajadores y ciudadanos.
La tecnología y el acceso a la información no son los factores más importantes en la creación de aulas del siglo XXI; el poder del maestro no proviene de la información que comparte, sino de las oportunidades que crea para que los alumnos aprendan a aprender, resolver problemas y aplicar el aprendizaje de manera significativa. Al igual que Kim, los educadores de todo el mundo inspiran a sus estudiantes (y a mí, para el caso) a medida que exploran con destreza su rol en evolución para satisfacer las necesidades de aquellos en sus escuelas y aulas.
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