
En un mundo cada vez más saturado de información, la capacidad de leer no basta: es necesario comprender. La comprensión lectora —la habilidad de interpretar, analizar y reflexionar sobre lo que se lee— se ha convertido en una competencia esencial para el desarrollo integral de niños y adolescentes.
Según diversos estudios internacionales, muchos estudiantes logran aprender a decodificar palabras, pero no alcanzan niveles profundos de comprensión. Esto impacta directamente en su desempeño escolar, especialmente en asignaturas como ciencias, historia o matemáticas, donde leer con sentido es fundamental para resolver problemas y construir conocimiento.
Pero la importancia de comprender lo que se lee va mucho más allá de las aulas. Un niño o niña que desarrolla una buena comprensión lectora tiene más herramientas para expresarse con claridad, argumentar sus ideas, convivir en sociedad y participar de forma crítica en su entorno.
¿Por qué es urgente trabajar en esta habilidad?
Durante la infancia y adolescencia se establecen las bases del pensamiento complejo. Es en esta etapa donde se debe fortalecer el hábito lector y fomentar estrategias que ayuden a los estudiantes a interactuar activamente con los textos: hacer preguntas, inferir significados, conectar con experiencias previas y evaluar lo leído.
Lamentablemente, la comprensión lectora suele ser vista solo como tarea del área de Lenguaje, cuando en realidad es una competencia transversal. Todas las asignaturas deberían promover prácticas que desafíen a los estudiantes a leer más y mejor, no solo textos literarios, sino también científicos, informativos y cotidianos.
¿Cómo apoyar desde la casa y la escuela?
Tanto las familias como los docentes cumplen un rol crucial. Leer en voz alta, conversar sobre libros, hacer preguntas después de una lectura, vincular los textos con temas de interés actual y ofrecer materiales variados y accesibles son acciones simples pero poderosas.
La comprensión lectora no es un punto de llegada, sino un camino constante de crecimiento. Invertir en ella es invertir en el pensamiento crítico, en la equidad educativa y en el futuro de nuestras comunidades.