Tener una mayor conciencia de las emociones de los demás, a la vez de conocer sus propios sentimientos, les entrega una gran ventaja a los alumnos para desenvolverse positivamente en la sala de clases.
Trabajar el desarrollo de la inteligencia emocional en el aula, también es positivo para los docentes, ya que nos ayudará a medir el estado de ánimo de un estudiante y el panorama general del clima en el aula.
Además de guiar a los estudiantes para aprovechar al máximo sus capacidades en el proceso de aprendizaje, también podemos trabajar en nuestra propia IE y enseñar a los más pequeños a través del ejemplo.
Te compartimos tres tips de Inteligencia Emocional que puedes incluir en la sala de clases:
1- Ayudarlos a comprender la variedad de emociones que existen:
Los niños al entender la gran diversidad de sentimientos existentes, podrán comenzar a identificarlos en ellos mismos y también los ayudará a poder “leer” a los demás. Al mismo tiempo, cuando ven a sus profesores o padres manejando apropiadamente situaciones complejas, aprenden a enfrentar las suyas propias. Mientras a más temprana edad comiencen este trabajo interior, será más positivo el desarrollo de la empatía hacia sus pares.
Como docentes, podemos a ayudar a nutrir su inteligencia emocional, la que no solo ayudará dentro de la sala de clases, sino también en la vida del alumno. Una manera de hacer un pequeño acercamiento a las emociones, es a través de la película de Disney Pixar: “Inside Out”, donde se ilustran las emociones principales, además de enseñar como nuestro cerebro realiza el proceso de aprendizaje y como almacenamos recuerdos.
2- Permitir a los alumnos a sentir frustración:
Enseñándoles que habrá ocasiones en las que no tendrán a alguien a su lado que pueda resolver fácilmente sus problemas, por lo que ellos deberán buscar maneras de ver la situación desde distintos ángulos y trabajar en poder resolverlos por sí mismos.
Esto se ve manifestado en el aula, por ejemplo, cuando un estudiante se encuentra atascado en un problema de matemáticas. La solución no es simplificar el problema para su rápida solución, sino motivar a los alumnos a resolverlo y poder enfrentar las dificultades que se le presentan.
A la vez, la resolución de un problema dentro de la sala de clases, facilita el proceso de recuperación y a la vez, los ayuda a experimentar diferentes maneras de manejar la frustración.
3- Enseñar a los estudiantes a ser resilientes y a mirar el panorama general:
Los alumnos deben experimentar situaciones de desacuerdos y conflictos, para así desarrollar su aprendizaje emocional a través de la resolución de los problemas a los que se enfrenten.
Así, comprenderán desde pequeños que a lo largo de la vida surgirán situaciones complejas y que se deben dar soluciones a estas, al mismo tiempo que los alumnos deben permitirse cometer errores y comprender que no tiene nada de malo, sino todo lo contrario aquello les sirve para aprender.
Lo que los niños y niñas aprendan en la sala de clases los acompañará toda la vida, una buena educación no solo debe preparar a los estudiantes para su desempeño académico, sino también ayudarlos y prepararlos para desenvolverse de la manera más saludable con la gente que los rodea.