El aumento de la actividad física se asocia con un mejor rendimiento académico y conexiones más sólidas entre las regiones del cerebro.

La importancia de ser físicamente activo es bien conocida. Las personas activas son más saludables, viven más tiempo y tienen un menor riesgo de desarrollar enfermedades mentales. Por eso, la base para un estilo de vida físicamente activa se debe establecer en la infancia. Desafortunadamente, estamos viendo una disminución en la cantidad de niños que realizan la cantidad diaria recomendada de actividad física (60 minutos de actividad moderada o intensa). En cambio, los niños son sedentarios la mayor parte del tiempo, sentados en el aula o inmersos en el celular. Este desarrollo problemático se refleja en un fuerte aumento en los niveles de obesidad entre los niños.

Pese a que las escuelas proporcionan el ambiente perfecto para que los niños estén físicamente activos, muchas han reducido las oportunidades para que lo hagan. Esto no es sorprendente; Las escuelas están bajo una gran presión para mejorar el rendimiento académico (Las pruebas SIMCE, por ejemplo). Como resultado, muchos de los que toman las decisiones en las escuelas creen que ramos como Lenguaje y matemáticas deben tener prioridad sobre la educación física.

 

Actividad física y cognición

Sin embargo, existe evidencia de los efectos beneficiosos de la actividad física en el desarrollo cognitivo y la salud cerebral de los niños. Los niños que son más activos físicamente generalmente se desempeñan mejor en la escuela. El aumento de la actividad física se asocia con un mejor rendimiento académico y conexiones más fuertes entre las regiones del cerebro, así como con una activación más eficiente de las regiones involucradas en tareas cognitivas.

Una perspectiva de aprendizaje/desarrollo enfatiza que la actividad física también puede ser cognitivamente exigente, cuando se caracteriza, por ejemplo, por reglas difíciles o movimientos complejos. Según una investigación de la Universidad de Groningen este tipo de actividad física activa las mismas regiones del cerebro que las necesarias para realizar tareas cognitivas. Estas regiones tienen forma o están “entrenadas” para funcionar de manera más efectiva, lo que resulta en un mejor desempeño cognitivo. De acuerdo con esta perspectiva, son los aspectos cualitativos de la actividad física (por ejemplo, los tipos de actividades involucradas) los que determinan qué tan fuerte será el efecto sobre el rendimiento cognitivo.

Por todo lo anterior, las escuelas deberían dar más importancia a la educación física, una asignatura pendiente en todos los aspectos, con beneficios que son parte natural de la enseñanza infantil.

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