La académica, profesora y co-autora del libro The teaching brain, fue una de los ocho conferencistas que participaron del IV Congreso Interdisciplinario de Investigación en Educación, CIIE 2017. En esta entrevista aborda su experiencia de investigación sobre la relación entre maestro y estudiante a través de una mirada cognitiva socio-emocional.
Vanessa Rodríguez tiene una larga experiencia en procesos de aprendizaje: durante diez años ejerció como profesora en escuelas y durante doce fue docente en la Universidad de Nueva York, el Hunter College y la Universidad de Harvard. Además, ha sido destacada con el premio Harvard Initiative for Learning and Teaching (HILT), que resalta actividades innovadoras en enseñanza y aprendizaje, por su estudio y esfuerzo sistemático para desarrollar un modelo de “el cerebro que aprende” y sus implicaciones para una educación basada en la neurociencia.
Co-autora del libro “The teaching brain” (The New Press), que indaga en la ciencia del desarrollo humano para redefinir la enseñanza y aprendizaje como una herramienta cognitiva evolucionaria que se desarrolla en las personas durante toda la vida, Vanessa Rodríguez visitó, invitada por el CIAE, el IV Congreso Interdisciplinario de Investigación en Educación, CIIE 2017, organizado por la Asociación Chilena de Investigadores en Educación (AChIE). Su objetivo: compartir su experiencia de investigación sobre la relación entre maestro y estudiante a través de una mirada cognitiva socio-emocional. “Sabemos que la enseñanza es algo que ocurre en el cerebro y en la interacción entre humanos, entonces podemos empezar a mapear ese desarrollo del aprendizaje como una habilidad cognitiva”, afirmó en su conferencia.
¿Cómo define el concepto de aprendizaje?
El aprendizaje ocurre desde el momento que nacemos, es imposible no aprender. Aprender de todo lo que está alrededor de nosotros: así nos formamos un entendimiento del mundo y quienes somos nosotros dentro del mundo.
Desde esa definición, usted propone un cambio para incorporarla al sistema educativo. ¿De qué se trata?
Lo que me interesa cambiar o profundizar es cómo y qué entendemos por aprendizaje. No se trata de quitar, ni agregar nada nuevo, sino de re-enmarcar lo que ya sabemos, agregar un concepto o comprensión de desarrollo de aprendizaje. Sabemos que la enseñanza es algo que ocurre en el cerebro y en la interacción entre humanos, entonces cómo podemos empezar a mapear ese desarrollo del aprendizaje como una habilidad cognitiva.
¿Cómo los nuevos docentes pueden incorporar esa perspectiva?
El punto es cómo le enseñamos a los profesores. Ahí juegan un rol importante las facultades de educación, por ejemplo, en los cursos de aprendizaje o enseñanza, o agregar en la práctica la enseñanza en términos de desarrollo humano cognitivo.
También hay que monitorear el desarrollo humano de los docentes, desde que entran a pedagogía, para ver cómo van progresando, y hasta se gradúen. Luego los directores pueden hacer lo mismo en las escuelas, evaluar a los docentes cuando entran, cuando se desarrollan y como están en determinado punto de su carrera.
Se habla mucho de la resistencia al cambio…
Yo fui profesora. Nunca he visto a profesores que se opongan a esta teoría. La verdad es que empecé a realizar la investigación, porque tenía que lidiar mucho con investigadores en educación y vi que, a pesar de sus buenas intenciones, tienden a estar en oposición de los profesores. Es decir, esperamos que haya un problema para dar la solución y entonces vemos a los profesores como el problema. Luego, vamos a la sala de clases y les decimos usted se está equivocando y le mostramos qué tienen que hacer, así ponemos a todos a la defensiva.
Entonces, ¿cómo abordarlo?
Los profesores saben cuándo se equivocan, pero muchas veces no saben qué hacer diferente, porque se les entrenó para ser una herramienta, para hacer algo de una forma. Si no pueden cambiar de mentalidad, ¿cómo se van a sentir cómodos con el cambio?, solo van a sentir el fracaso. Yo no les digo cuando no están haciendo algo bien, les pido que me hablen de su mejor y peor interacción con los estudiantes, hablo de las cinco conciencias, y me cuentan cuáles utilizan en esos momentos. Esto es muy importante, porque los hace conscientes, y solo uno puede hacerse consciente de las cosas. Entonces cuando se rompió una relación en la clase, es porque el profesor no estuvo consciente de que algo ocurrió. La teoría no le dice nada a los docentes, ellos se dan cuenta. Al mostrar este marco, podrán mirarlo y entenderse a sí mismos y ponerse a prueba. Se empoderan, por medio del conocimiento toman su propia decisión y mejoran.
¿Es posible medir el impacto?
Yo creo que sí puede ser medido. Así como podemos medir el aprendizaje, podemos medir la enseñanza también. Necesitamos crear una escala de desarrollo para poder hacerlo.
Si hablar de desarrollo humano implica proyección, en ese sentido, ¿cuál es su objetivo como investigadora en educación?
Mi objetivo final está en los niños. Muchas veces lo que nosotros creemos ver en ellos es una interpretación de nosotros, y no necesariamente la realidad. Por eso, tenemos que entendernos nosotros mismos para entender qué estamos viendo en el alumno. Profesores más conscientes entenderán que lo que ven en los niños, es lo ven en ellos, porque ellos han definido ciertas cualidades de cierta manera.
La idea es que los profesores no se vean como los que controlan en conocimiento la información, sino que puedan disfrutar una relación con los niños para que avancen en conjunto y no en oposición. Enseñarles cómo desarrollarse, para que puedan transmitir eso en la sala de clases será muy beneficioso para la niños, porque no podemos controlar a los profesores, son seres humanos.
¿Qué opinas de estas tendencias? ¿Es lo que necesita la educación?