[vc_row][vc_column][vc_column_text css=”.vc_custom_1523302825931{margin-bottom: 0px !important;}”]Por Thomas Ehrlich and Ernestine Fu
Traducido por María José Carreño, Tu clase, tu país.
“Entre antes, mejor” es la etiqueta perfecta para la educación en la primera infancia. No existe una fórmula mágica para garantizar una vida de auto realización en términos personales y profesionales. Pero investigaciones rigurosas muestran que la educación de la primera infancia de alta calidad es un medio extraordinariamente poderoso para promover el éxito continuo en la escuela, en el lugar de trabajo y también en los ámbitos social y cívico.
Puede parecer sorprendente, pero las experiencias de los niños en sus primeros años tienen impactos desproporcionadamente grandes en relación con las experiencias durante sus años escolares y más allá. Si los niños se retrasan en esos primeros años, es probable que nunca se pongan al día. Remediar las deficiencias en el aprendizaje de todo tipos es mucho más difícil y costoso que aprender desde el principio. La buena noticia es que los programas de alta calidad centrados en los años de la primera infancia pueden tener un impacto poderoso a largo plazo para todos los grupos raciales y económicos en todo el país.
La profesora Susanna Loeb de la Stanford Graduate School of Education, en colaboración con Daphna Bassok, escribió una extensa revisión que abarca estudios sobre la educación de la primera infancia y brechas de rendimiento basadas en ella. La Casa Blanca emitió un informe en diciembre pasado que también resume la investigación de una amplia variedad de estudios, e incluye acciones propuestas para satisfacer las necesidades nacionales en este campo.
Tal vez el estudio más frecuentemente citado es el experimento preescolar HighScope Perry, que asignó al azar a 123 estudiantes afroamericanos de bajos ingresos y en riesgo social a un grupo de control o un programa preescolar de alta calidad de dos años de duración. Estos estudiantes fueron seguidos desde los tres hasta los 50 años. El impacto del programa de preescolar fue poderoso. De los que participaron en el programa, el 65% se graduó de la escuela secundaria, en comparación con el 45% en el grupo de control. A los 40 años, el ingreso anual de los que participaron en el programa fue de $ 20,800 dólares en comparación con los $15,300 dólares en el grupo de control. Como se afirma en el artículo de Loeb y Bassok, el estudio demostró que aquellos en el programa “tenían más probabilidades de conseguir empleo, criar a sus propios hijos, poseer una casa o un automóvil, y muchas menos probabilidades de sufrir arrestos o utilizar drogas”.
Otro estudio examina los puntajes de los exámenes del jardín infantil para predecir si los niños asistirán a la universidad (y la calidad de los colegios si lo hacen), las ganancias de esos niños como adultos jóvenes y muchos otros resultados en su etapa adulta.
La investigación también muestra que los programas de primera infancia de alta calidad conducen a ganancias de ingresos de 1/3 a 3,5 por ciento cada año cuando los niños son adultos. Eso puede no parecer mucho. Pero compuesto, los mayores ingresos representan entre 9,000 dólares anuales y más de 30,000 cuando se restan los costos del programa. Visto en todo el país, si todas las familias pudieran inscribir a sus hijos en programas preescolares al mismo ritmo que las familias de altos ingresos ahora, la matrícula total en todo el país aumentaría alrededor del 13 por ciento, y arrojaría un valor presente de al menos $ 4,8 mil millones – algunas estimaciones aproximan esta cantidad a $ 16.1 mil millones – de las ganancias de por vida por persona después de deducir los costos del programa. Los programas de educación de la primera infancia de alta calidad brindan beneficios a largo plazo que superan con creces los costos.
Pero hay más. Los estudios también muestran que, si los niños están inscritos en estos programas, la economía en general se verá impulsada por una fuerza de trabajo más calificada y con mayores ingresos. Si todos los adultos tienen un comienzo positivo a través de una educación de primera infancia de alta calidad, nuestra sociedad entera se beneficia. Menos personas necesitarán asistencia social, disminuirán las tasas de delincuencia y nuestra población en general será más saludable.
La educación de alta calidad para la primera infancia no es una solución mágica para garantizar que los participantes estén destinados a tener éxito dentro y fuera de la escuela por el resto de sus vidas. Muchos otros factores tienen un impacto real. Pero la evidencia es abrumadora de que los beneficios sociales y económicos de la educación temprana de alta calidad para los niños son sustanciales y duraderos, y benefician no solo a los niños que participan, sino también a nuestra sociedad en general.
Por lo tanto, no sorprende que grupos de todo el país se hayan movilizado para promover una educación de primera infancia de alta calidad. Se dan cuenta de que los programas a menudo atienden a familias de altos ingresos, mientras que las familias de bajos ingresos quedan excluidas. Lamentablemente, menos de un tercio de todos los niños de cuatro años tienen acceso a programas para la primera infancia, a pesar de que existen en 40 estados. Early Edge California es una organización que aborda el problema en el estado más grande de nuestro país.
Muchos grupos basados en la fe también se están asociando con estas organizaciones. Una es la Congregación Beth Am en Los Altos, California, donde Tom Ehrlich y su esposa, Ellen, son miembros. La Congregación Beth Am ha elegido la educación de la primera infancia de alta calidad como el único problema social de toda la Congregación en el que centra su atención. Algunos feligreses se ofrecen como voluntarios en aulas locales con estudiantes desfavorecidos. Otros participan en un programa llamado “10 libros por hogar”, a través del cual llevan libros y lectura a los hogares de niños desfavorecidos. Y algunos se centran en la promoción a nivel local, estatal y nacional de la necesidad de brindar más apoyo a la educación de la primera infancia de alta calidad. El mensaje debe ser claro. Las inversiones inteligentes en educación infantil de alta calidad pueden significar vidas profundamente mejores para los niños, sus familias y nuestra sociedad en general. Considera lo que puedes hacer en tu comunidad o estado, ¡y luego actúa!
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